¿Qué nos pasó?
Milagros Aylén Arrúa Frega, 1° año
Tan solo era un paseo para desconectarnos del mundo, pero en un segundo mi vida se convirtió en una pesadilla. Salíamos de paseo con mi papá, Simón, mi mamá, Lorena, y mi hermana, Diana, al bosque donde mi papá había crecido.
- Diana, Ana, ¿tienen todo listo para irnos? — preguntó mamá mientras papá arrancaba el auto ya listo para salir a la autopista.
- Sí — dijimos a coro con Diana, lo cual nos hizo reír, ya que muy frecuentemente pasaban estas cosas.
Al subir al auto, a Diana no le paraba de vibrar el celular, algo no tan común en ella, porque — entre nosotros — debo confesar que ella no era tan sociable como yo.
Papá y mamá estaban escuchando música, mientras que con mi hermana nos reíamos de publicaciones que encontrábamos en Instagram. En un momento, vi que a ella le había llegado un mensaje un tanto extraño y no pude evitar hacer una mueca al leerlo, lo cual Diana advirtió y para evitar cualquier tipo de pregunta, apartó la mirada a la ventana del auto.
Cuando llegamos al bosque, vi que Diana estaba un tanto inquieta, no le di importancia, hasta que me acordé de lo que había leído.
— Di, ¿estás bien? te noto preocupada.
- Sí, Ana, no pasa nada — me respondió mientras agarraba su cámara — voy a sacarle fotos a la cascada que hay más adelante, la vi cuando entramos al bosque y quedé fascinada.
Sabía que mi hermana no me estaba mintiendo, a ella le gustaba mucho la fotografía y más la que se relacionaba con la naturaleza.
Pasados unos minutos, vi que Diana no volvía y me empecé a preocupar, por lo que la fui a buscar. “Di, Diana, hermana” gritaba.
Luego de dar unos pasos, escuché algo, como si alguien me estuviera siguiendo, y me dio miedo, pero yo solo quería encontrar a mi hermana.
A lo lejos vi la cascada y a Diana sentada en una roca, su ropa estaba rota y mojada, parecía que algo le había pasado, no sabía qué. No le di demasiada importancia, yo solo estaba preocupada por hallarla sana y salva.
A la hora de llegar a casa, los comportamientos de Diana eran distintos, sus expresiones no eran iguales, había cosas en ella que me inquietaban. Su celular de repente no estaba, era raro que no lo tuviera ya que, aunque no era tan sociable, era todo para ella.
Un año después de esa salida, vi que Diana estaba en mi pieza revisando mis cajones, se veía que era importante, no sabía qué estaba buscando, pero ella lo necesitaba rápido.
— ¿Qué buscas, Di? — se giró preocupada y enojada a la vez, como si le hubiese arruinado e interrumpido algo importante.
— Nada que te importe, Ana.
— Pero es mi cuarto, quiero saber qué estás buscando.
- Agh, sos insoportable.
Me quedé dura, nunca Diana me había tratado así.
Durante el resto del día no hablamos nada. A la noche, mamá y papá se fueron a una cena laboral, por lo cual me quedé sola con mi hermana. Mientras miraba la televisión, vi algo que me dejó congelada: “les informamos a todos los ciudadanos de City Banks que un cuerpo fue hallado en el lago de el Bosque Azul situado a unos 56 kilómetros de la ciudad.”
Al ver la foto que mostraban en el informativo, sentí un escalofrío recorriendo todo mi cuerpo. Era el cuerpo de Diana, era mi hermana a la que habían encontrado. Pero si su cuerpo siempre estuvo escondido en el bosque, ¿quién era la chica que había vuelto conmigo ese día? Y aún peor ¿quién era la chica que estaba en mi casa?
El vaso que tenía en mi mano se cayó rompiéndose en mil pedazos, haciendo que la supuesta Diana baje corriendo a preguntar qué había pasado. Lo único que pude hacer fue cambiar rápido de canal y simular que nada había pasado.
— ¿Qué pasó, Ana? ¿Por qué hay un vaso roto en el suelo?
— No pasó nada, solo se me cayó el vaso, nada importante.
— ¿Segura?
Sí, ahora lo levanto, podés volver al cuarto tranquila.
Vi que “Diana” había subido las escaleras, o eso creía. No lo pensé mucho y llamé a la policía desde el teléfono de casa.
— 911 ¿cuál es su emergencia?
— Hola, por favor, manden refuerzos a mi casa, el cuerpo que encontraron en el bosque es el de mi hermana, Diana Rucks, pero a la vez hay una persona idéntica a ella en mi casa.
— Okey, mis equipos están yen…
— ¿Hola? ¿Hola?
Solo se escuchaba un molesto pitido, cuando por detrás sentí una risa, la cual me provocó un ligero temblor. No llegué ni a preguntar por lo que había pasado con el teléfono cuando sentí un golpe en la nuca haciendo que pierda la noción. No sabía cómo, pero me había logrado recuperar del golpe, intenté salir de mi casa, pero fue inútil, absolutamente todas las puertas estaban selladas.
La policía llegó, pero fue demasiado tarde, mi cuerpo estaba tirado en el piso, manchado de sangre y con lesiones, ellos eran mi salvación, pero fallaron.
Cuando empezaron a investigar mi caso, se empezaron a encontrar mensajes de la Diana real, mensajes que daban indicio de lo que ella sabía que iba a pasar.
“Cuando mi cuerpo sea hallado y yo no haya hecho nada por mi hermana, lo lamentaré en donde quiera que esté”
Cuando empezaron a ver más mensajes de este estilo, investigaron más detalladamente la escena del acto y así pudieron encontrar una carta.
“Toda la vida es tan miserable y engañosa que ni siquiera salir a algún lugar se puede, ver a tu hermana perdida y por miedo querer ir a buscarla, no lo recomiendo. Miren como quedé ahora, miren mi cuerpo lleno de sangre. Nunca imaginé que podría terminar así y mucho menos en un lugar donde debo estar protegida. Una trampa terminó con mi vida, con mis sueños, con mi hermana y familia. Solo pido que me recuerden y perdonen por un tonto error, donde me sacaron todo.
Atte: Ana”
Y ese fue el final de todo, el final de nuestra vida, la vida de Diana y Ana Rucks, unas niñas nacidas en 1998 y asesinadas en 2015, unas adolescentes, las cuales tenían un futuro por delante pero por una simple estafa, sus vidas fueron arrebatadas.

